La situación epidemiológica actual es peor que en junio, cuando se aprobó el documento con las normas de vuelta a clase. El ministro de Universidades ha decicido cambiar el protocolo y endurecer las medidas.
En este sentido, la medida más destacada es el uso obligatorio de la mascarilla en todas las clases presenciales y en los espacios comunes. Deberá llevarse desde que se entra en el campus hasta que se sale del mismo. Anteriormente, solo era recomendable si no se podía mantener la distancia de 1’5 metros.
Por otra parte, las ventanas tienen que estar abiertas todo el tiempo que sea posible. Al menos durante 10 ó 15 minutos al inicio y final de cada jornada lectiva, y en las aulas después de cada clase.
El Gobierno también ha asegurado que las universidades deberán tener un plan de actuación que vaya en coordinación con los criterios establecidos por el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas.
Además, todos los centros deben tener un coordinador Covid que actuará como interlocutor con los servicios sanitarios en caso de que haya un sospechoso o positivo.
Sin embargo, solo se cerrará la universidad si hay un número elevado de infectados. La decisión la tomará el rectorado y la Comunidad Autónoma correspondiente.
En cuanto a las clases, la educación será bimodal: presencial y a distancia. Por su parte, las prácticas obligatorias podrán no ser presenciales según la forma de implementación y ubicación de las mismas.
Así pues, con el objetivo de «asegurar una buena coordinación del inicio del curso», los cambios se ratificarán el jueves en una reunión con los rectores.