Si algo está claro es que la música produce en las personas decenas de sensaciones y sentimientos. Incluso en muchas ocasiones nos revoca a momentos determinados, nos recuerda a personas concretas y nos lleva a lugares puntuales.
Entre todo aquello que nos produce la música están los escalofríos. Esos que nos vienen cuando encendemos la radio y ponen nuestra canción favorita o suena el grupo que nos acaricia el alma. Y si los tienes, debes saber que todos esos estímulos que nos produce la música tienen una explicación científica.
Según una investigación de Social Cognitive and Afective Neuroscience, las personas que con sus cuerpos responden a la música tienen un cerebro estructuralmente diferente al del resto. La corteza auditiva se comunica de manera más eficiente con aquellas zonas del cerebro asociadas con el procesamiento emocional.
Matthew Sachs, el investigador principal del estudio, asegura que esto es debido a que hay más fibras que unen las dos regiones del cerebro. Estas conclusiones arrojan información científica y filosófica sobre los orígenes evolutivos de la música.
De este modo, los invetigadores afirman que «una de las razones por las que la música es un artefacto culturalmente indispensable es porque apela directamente, a través de un canal auditivo, a los centros de procesamiento emocional y social del cerebro humano».
Así, el estudio explicaría el porqué acudimos a la música para sentir, para llorar, para emocionarnos, para reír o para que nos haga volar la imaginación. Sin duda, la música es imprescindible en nuestras vidas: ¿te animas a darle al play y poner tus canciones favoritas?